viernes, 19 de febrero de 2010

Boda. 20 de febrero de 2009


Falta sólo un día para el gran día… Los demás han sido días raros, días de trabajo y agitación que apenas han dejado tiempo para sentarse y reflexionar sobre este nuevo paso, el paso más grande de mi vida.
Me costó darme cuenta de las rutas alternativas que aparecían en el mapa. Estaba demasiado acostumbrado a ir en línea recta aún cuando no tenía idea de a dónde llevaba mi camino. Cuando me di cuenta que todos los senderos terminaban necesariamente en mi muerte (el único desenlace inevitable) y que ésta se presentaría por sorpresa en cualquier punto del tramo, supe que no debía escoger un destino, sólo debía escoger un camino y el camino que escogí fue el de escoger una compañera.
Le pedí matrimonio a Maricel el día más raro de mi vida, en medio de una tormenta personal de sucesos aparentemente inconexos, con una rodilla en el suelo de un balcón ajeno, mientras la hermosa voz de Dora nos regalaba una canción. Un momento mágico, inolvidable, una pausa en medio de la tormenta antes de salir corriendo nuevamente. Y ella dijo “sí”.
Y ahora, a sólo un día de la boda, feliz y nervioso me paro en mi valor y me reconozco por mi audacia, de la cual pocas veces hice gala en el pasado y que sin embargo siempre estuvo ahí. Ahora que sé quien soy y lo seré por la persona que amo, me dispongo a la gran aventura de mi vida con entereza, entrega y amor.
Te amo, Maricel. Gracias por ser la persona increíble que eres y por estar dispuesta a compartir tu vida conmigo.

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